A veces pienso que vivir la vida es como mirar a través de la ventanilla de un tren; vemos pasar las cosas con sensaciones vertiginosas; y si queremos fijarnos en algo parece que por un momento se ralentiza la marcha, pero al final desaparecen sin solución de continuidad.
Parece que son las cosas las que pasan, mientras nosotros permanecemos quietos desde nuestro lugar de observación. La vida parece eso: pasan las cosas mientras nosotros nos quedamos.
Pero no nos engañemos; que la vida pase como pasan las cosas a través de las ventanillas del tren no deja de ser un triste espejismo; al final somos nosotros los que llegamos; y las cosas que pasaron siguen en el mismo lugar, haciendo aún mayor la sensación de arrepentimiento por no haber disfrutado de ellas en el momento en que las tuvimos a nuestro alcance.
Sólo aspiro a llegar al final de mi viaje sin haberme arrepentido demasiadas veces.
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