Me enamora la gente que siente y no se avergüenza de ello. La que lo expresa y lo demuestra sin miedo. La que no oculta las lágrimas, sean de alegría, rabia o de pena. La que da abrazos que curan cualquier mal y de los que no te soltarías en la vida.
La que te habla sin palabras y te conmueve con gestos. La que acaricia
con miradas y te transmite sensaciones. La gente que te eriza la piel.
Me
enamora la gente que dice lo que piensa y que realmente piensa lo que
dice. Que no es fácil. La que defiende sus ideas y sus emociones, porque
son suyas y sinceras. Pero sin imponerlas a los demás, sin juzgar a quien piensa diferente y sin compararse con quien no las comparte.
Me enamora la gente que vive.
La que no está pasando el rato. La que se compromete, arriesga, decide.
La que se levanta una vez más, a pesar de haber perdido la cuenta de
las veces que ha caído. La que no se rinde. La que siempre tiene algo
por lo que seguir, cuando los demás ya se rindieron. La que no acepta un
no como respuesta posible. La que deja huella.
Me enamora la gente que sabe lo que quiere y va a por ello.
De frente y sin titubeos. Sin arrollar a nadie, pero sin abandonar por
opiniones de terceros. La que se sacrifica cuando es necesario y la que
se viste de gala cuando toca celebrarlo. La que es transparente, sin
estar a merced de los demás. La que reconoce sus faltas y de seguido se
pone a superarlas. La gente que da sin esperar.
Me enamora la gente que baila sin pensar. Y más aún, la que canta en voz alta. La que no espera gustar, sino disfrutar. A la que no le importa si lo hace bien o mal, sino que se deja llevar por el momento, por la música, por la emoción. Me enamora todavía más, la gente que te arrastra a bailar con ella.
Me enamora la gente que perdona pero no olvida. La que recuerda sin rencores. La gente que aprende de la experiencia y pasa página. La que cree, pero no se conforma con lo que ve. La que crea sin destruir. La que camina, anda, corre y hasta vuela. La que comprende, y si no, lo intenta, pero no lo finge.
Me enamora la gente que surge en tu camino en el momento preciso.
Como si hubiera estando esperando tras una esquina, esperando en
silencio, haciendo la cuenta atrás en voz muy baja. Para aparecer sin
ser esperada, sin haber creado falsas expectativas o promesas
imposibles. Para llegar y sorprender. Para llegar y ser bienvenida. Para
llegar.
Me enamora la gente que quiere a diario y no espera que el calendario se lo recuerde.
(Entre suspiros y un café)
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