viernes, 19 de febrero de 2016

con la edad....

Hay cosas que se aprenden con los años, como a no depender de otra persona para ser feliz.

También se aprendes a no generarte expectativas inalcanzables de la gente; siempre van a terminar por decepcionarte, y no es por ellos, es por uno mismo que los idealiza a tal grado que terminan por no llenar todas esas expectativas. A ser uno mismo sin tratar de impresionar a los demás, agradarse a sí mismo, antes que a los demás; porque para ser honestos, ¿cuanto tiempo puedes disimular una pose? La gente que te rodea sabe el tipo de persona que eres y lo que realmente vales, más allá de las apariencias, lo material y las máscaras que uses. 

 Aprendes a rodearte de gente que realmente te importa y vale la pena, personas que tengan intereses, valores y educación afines; no se trata de elitismo o segregación, pero no puedes sostener una charla interesante más de quince minutos con quien no tiene nada en común contigo, o asistir a reuniones con personas que hablan sobre cosas absurdas y sin sentido para ti, eso de ir por la vida sintiéndote el negrito en el arroz es para adolescentes; ya no estamos en edad de complicarnos con tonterías y menos dejar entrar a nuestra vida gente que no aporte nada y sólo venga a desgastar, convirtiéndose en una carga emocional y moral. 

Tras los años aprendes que en cuestión de amor y amistad, no se trata de cantidad, sino de calidad, que los amigos verdaderos son pocos pero se cuidan con el alma, porque ellos son parte de tu vida, de tu esencia, son el reflejo de lo que tu eres y los hermanos que elegiste para hacerte mejor persona. Aprendes que el sexo sin amor también se disfruta y no necesariamente es malo, pero no por eso puedes permitirte saltar de cama en cama; porque cuando se mezclan el amor y el deseo, el sexo es mucho más placentero y gratificante que una simple y vacía noche de paso, que amanecer en los brazos de la persona que amas es hacer trascender el placer más allá, a simplemente desparecer en la madrugada o despertar en una cama desconocida, sin un nombre que recordar. 
Con los años aprendes que si el dinero no te da la felicidad, es necesario para vivir de manera holgada, cubrir necesidades y cumplir algunos gustos; valoras el dinero en su justa dimensión, no se trata de ser avaro o interesado, pero sí de ser un poco ambicioso y no conformista, porque puedes volverte un mediocre sin más aspiración que tomar lo que la vida pone en tu camino. 

Aprendes que estudiar una carrera no te garantiza obtener un buen trabajo y menos aún, el éxito profesional; todo ello no necesariamente es cuestión de oportunidades y menos de suerte, sino de esfuerzo diario, de generar esas oportunidades y atreverte a tomarlas, es cuestión de prepararte y seguir estudiando, imponerte nuevos retos y alcanzarlos, para así, sentirte exitoso y satisfecho contigo mismo.

 Con el paso de los años aprendes a disfrutar tus logros, entiendes que la vida está hecha de etapas, y llega el momento en que disfrutas y valoras más los pequeños placeres de la vida, como detener tu paso una tarde y disfrutar un buen libro mientras beber un café y ver caer la lluvia, sentir la brisa que moja tu cara, el olor a tierra mojada; valoras escuchar a la gente con más experiencia y tener la oportunidad de aprender algo de ellos; llegar a tu casa un viernes tirar la ropa en el suelo y lanzar los tacones lejos, sentir el frío del piso bajo tus pies mientras descorchas una botella de vino, disfrutar su sabor justo al mirar como cae el atardecer y da paso a la noche; con la edad haces cosas que no podías hacer cuando eras más joven, como pasar por las tiendas y solo porque algo te gustó comprarlo, no porque lo necesites, sino por el placer de hacerlo; tomar tu maleta un fin de semana y perderte en un lugar extraño o exótico, conocer nuevos países, otras culturas, diferentes costumbres o simplemente tirarte toda la tarde en alguna playa solitaria y no preocuparte por que sabes que te ganaste cada hora de descanso y mereces disfrutarlo… y pudiera seguir así, detallando esas innumerables cosas que he aprendido a valorar.

Y así amaneces un día, sintiéndote un poco mas viejo, pensando que eres más sabio, o menos estúpido.



(la trompuda)

jueves, 18 de febrero de 2016

ofrece paragüas de colores...

Miramos de un lado a otro. Esperando que pase ese algo que cambie nuestras vidas para siempre. A la espera de una emoción, de un amor, de una sonrisa o una mirada. A la espera de un vuelve o de un quédate. Palabras innecesarias cuando quien se va es por voluntad propia y, en el fondo, nunca quiso quedarse. Esperamos a gente que se ha ido y ha vuelto, pero, ya sabéis lo que dicen, que quien se va no vuelve aunque regrese.
Debemos empezar a disfrutar del momento. No pensemos en el futuro, agarremos el presente. Aprovechemos los días desde el principio hasta el final. Exprimamos los días. No nos perdamos la vida. Déjate llevar de vez en cuando. Sorpréndete a ti mism@ y deja que te sorprendan. Haz lo que sientes en todo momento y no te arrepientas de nada. No te dejes pisotear. No dudes de ti mism@. Nunca.



Ama sin medida. No esperes a que ese sentimiento sea recíproco. A veces, no lo es. Y no es peor que no se hayan enamorado de ti, sino que tú nunca hayas amado. No te conformes si no estás conforme. Pelea hasta que te sangren los nudillos y estés satisfech@ con el resultado.
Llora cuando tengas ganas de llorar y di te quiero cuando las mariposas de tu estómago lo lancen hasta tu boca sin poder parar esas palabras. No te atragantes, suéltalo. Baila cuando tengas que bailar y ríe cuando tengas que reír. No importa lo escandalosa que sea la carcajada, pues nunca importó lo dolorosa que fue la caída.
No intentes controlar tus sentimientos. Son indomables, y eso es lo bonito. Lo inesperado es lo que da miedo, pero a la vez es lo que más nos puede sorprender. Y más bonito es seguir a pesar del miedo. Lo más bonito es no darse por vencid@.
Regala sonrisas, miradas, palabras de agradecimiento y besos. Guiña el ojo u ofrece un paraguas de colores a alguien que tenga un día gris. Deja guardada una sola cosa para las personas que se la merecen; un “te quiero”. Deja el “te quiero” para quien quiera escucharlo de tu boca y de tu corazón. Para tu familia y amigos. Para quien nunca te tenga que decir un “quédate” y a quien nunca le tengas que rogar un “vuelve”.
Porque eso significará que ni se ha ido ni ha tenido esas ganas. Eso significará que siempre quiso quedarse

lunes, 15 de febrero de 2016

Me enamora la gente.....


Me enamora la gente que siente y no se avergüenza de ello. La que lo expresa y lo demuestra sin miedo. La que no oculta las lágrimas, sean de alegría, rabia o de pena. La que da abrazos que curan cualquier mal y de los que no te soltarías en la vida. La que te habla sin palabras y te conmueve con gestos. La que acaricia con miradas y te transmite sensaciones. La gente que te eriza la piel.
Me enamora la gente que dice lo que piensa y que realmente piensa lo que dice. Que no es fácil. La que defiende sus ideas y sus emociones, porque son suyas y sinceras. Pero sin imponerlas a los demás, sin juzgar a quien piensa diferente y sin compararse con quien no las comparte.

Me enamora la gente que vive. La que no está pasando el rato. La que se compromete, arriesga, decide. La que se levanta una vez más, a pesar de haber perdido la cuenta de las veces que ha caído. La que no se rinde. La que siempre tiene algo por lo que seguir, cuando los demás ya se rindieron. La que no acepta un no como respuesta posible. La que deja huella.
Me enamora la gente que sabe lo que quiere y va a por ello. De frente y sin titubeos. Sin arrollar a nadie, pero sin abandonar por opiniones de terceros. La que se sacrifica cuando es necesario y la que se viste de gala cuando toca celebrarlo. La que es transparente, sin estar a merced de los demás. La que reconoce sus faltas y de seguido se pone a superarlas. La gente que da sin esperar.

Me enamora la gente que baila sin pensar. Y más aún, la que canta en voz alta. La que no espera gustar, sino disfrutar. A la que no le importa si lo hace bien o mal, sino que se deja llevar por el momento, por la música, por la emoción. Me enamora todavía más, la gente que te arrastra a bailar con ella.
Me enamora la gente que perdona pero no olvida. La que recuerda sin rencores. La gente que aprende de la experiencia y pasa página. La que cree, pero no se conforma con lo que ve. La que crea sin destruir. La que camina, anda, corre y hasta vuela. La que comprende, y si no, lo intenta, pero no lo finge.

Me enamora la gente que surge en tu camino en el momento preciso. Como si hubiera estando esperando tras una esquina, esperando en silencio, haciendo la cuenta atrás en voz muy baja. Para aparecer sin ser esperada, sin haber creado falsas expectativas o promesas imposibles. Para llegar y sorprender. Para llegar y ser bienvenida. Para llegar.
Me enamora la gente que quiere a diario y no espera que el calendario se lo recuerde.
(Entre suspiros y un café)

lunes, 8 de febrero de 2016

lecciones que nos da la vida

La vida tiene ciertas lecciones que debemos aprender, si no a la primera, ya se encarga la vida como buena maestra de repetirlo hasta que nos quede claro. 
Y así la vida nos enseña que todo está en donde debe estar,  nada es casualidad y sobre todo que el "hubiera" no existe.

Entonces ¿porque vivimos lamentándonos de lo que pudo y no fue? ... hay una buena frase que dice que el pasado pisado... si bien pudo haber sido diferente quizá el destino lo tenía todo trazado, así que hay que quedarse con que las experiencias nos dejan gran aprendizaje, si más adelante la vida nos presentara una situación similar, y ahora sí deberíamos saber que hacer, y dependerá de nosotros repetir el error, o aprender de él.

Las lecciones son claras, concisas, y parecen sencillas, pero no lo son, sobre todo el “hubiera” a veces es un gran monstruo que nos persigue y nos atormenta pues lo escrito en el cuento no nos gusta y no hay manera de escribir de nuevo la escena. 

El “hubiera”, es más despiadado cuando el ego y el orgullo lo alimentan y hace que perdamos para siempre las oportunidades, las posibilidades de sonreir, o incluso perder a personas.  Y cuando te das cuenta de la pérdida, pides con todas las fuerzas, el poder regresar el tiempo, para evitar lo que pasó, hacer que las cosas sucedan diferente.... es que si tan solo hubieras, dicho lo que dijiste de manera diferente… si tan solo hubieras….

La vida no viene con manual, y menos con una goma para borrar lo que no nos guste. 

Vivas lo que te toque vivir, hazlo sin remordimientos, al principio del duelo no sé ve así, pues todo te duele, y los errores sobresalen más que los aciertos, el pasado ahí quedó, nada lo moverá, pero tenemos la tinta que escribirá un nuevo presente y planteará un mejor futuro.

Disfrutar, gozar, aprender, y sobre todo, recordar con una sonrisa cada lección que nos da la vida.

De nosotros depende el significado que le demos al "hubiera", si bien es cierto que no existe y ni el mejor científico logrará nunca hacerlo tangible, solo de nosotros depende el quedarnos con las ganas, el vivir preguntándonos… 


Que hubiera pasado si… o por el contrario, tomar cada una de las oportunidades que se nos presenten, para que él "hubiera" duela menos, para que las lecciones de la vida sean mejor aprendidas.

Por algo pasan las cosas, pensemolos y mientras disfrutemos de lo que pasa y lo que deja de pasar.

sábado, 6 de febrero de 2016

cicatrices



Unos dicen que estamos formados por células y otros que estamos hechos de historias.
Aunque quizá lo que mejor nos define, son esas pequeñas y delicadas cicatrices que no se ven a simple vista, pero que se sienten en lo más hondo. Esas señales que marcan a fuego nuestra existencia y que dibujan el tatuaje de nuestro ser.
Y es que todos tenemos algo en común: estamos formados por pequeños pedazos del pasado. Y son ésas cicatrices las que nos hacen recordar quiénes somos, donde estamos y cuál es nuestro sitio.
 Dicen por ahí que nadie nace sabiendo y que todos tenemos que aprender. Que las cicatrices no vienen de nacimiento, sino que las creamos a cada paso que damos por nuestro camino. Es imposible evitarlas  porque, queramos o no, llegan en algún momento, cuando menos las esperamos y se van forjando poco a poco de cada piedra con la que tropezamos, cada batalla en la que luchamos, cada herida abierta que sentimos y cada persona que pasa por nuestra vida a quedarse por un tiempo incierto. 
Y por mas que tratemos, no podemos evitarlas, y quizá lo mejor sea aceptarlas y quererlas por estar ahí a nuestro lado, por recordarnos que en esa piedra ya tropezamos, de esa agua ya bebimos  y por ese camino ya cruzamos. Gracias a ellas nos vamos poco a poco conociendo más a nosotros mismos, vamos alejando de nuestro lado todo aquello que no nos gusta, que no nos aporta y, en definitiva, que no nos hace vivir felices. 
Y quizá consigamos ser algo más felices el  día en que comprendamos que no es posible vivir sin heridas y aceptar que la única manera de sanarlas es dejando que cicatricen.


jueves, 4 de febrero de 2016

los cajones del alma

Hay cosas que pesan demasiado, dificultan el paso y roban tanta energía que te dejan sin aliento... Revisa los cajones de tu alma y ¡deshazte de ellas!.. No mires el precio que has pagado... no mires quién te lo dio... no... ¡deshazte de ellas!.. ¡sin piedad!... Limpia tus cajones!... igual que haces con tu hogar cada no se cuánto tiempo... ¿verdad?.. Seguro te ha costado desprenderte de algunas cosas cada vez que has hecho limpieza general y las has tenido por medio mucho tiempo... pero al final decidiste desprenderte de ellas y ¿a que todo parecía más diáfano y te sentías genial?... Cuánto sitio para cosas nuevas!!... Pues no olvides que tú eres más importante que tu casa... Quita esos estorbos... deja sitio para cosas buenas... y cuida lo que guardas en ti...
Cuando nos deshacemos de estas cosas limitantes.... caminamos de nuevo con renovada ilusión y fuerza para recorrer la senda de la Vida trazada para nosotros 
(Con un par de tacones)