El pasado está ahí para recordarnos de donde venimos, y porqué nos duele aquel vacío.
Está para que miremos que podemos salir del abismo y cantar al amanecer.
Para recordarnos que los reclamos de ayer no no sirvieron de nada, y que la mayor certeza que tenemos es el hoy por estrenar.
El pasado está ahí para impulsarnos, para aleccionar, para que veamos como existen los milagros y las segundas (e infinitas) oportunidades.
Está para que exhalemos de alegría, para que hagamos algo con lo que no hicimos y para que remendemos las heridas inevitables.
El pasado está ahí, no para ser juez, ni para arrinconarnos.
No está para detenernos, ni para que nos conformemos con lo que ya vivimos.
Está para aprender, para cambiar, para saber qué camino no debemos volver a tomar.
Para que seamos más valientes, para que amemos más, para que a diario demos las gracias porque hasta aquí hemos hecho un largo recorrido, sin rendirnos.
Está para que miremos que podemos salir del abismo y cantar al amanecer.
Para recordarnos que los reclamos de ayer no no sirvieron de nada, y que la mayor certeza que tenemos es el hoy por estrenar.
El pasado está ahí para impulsarnos, para aleccionar, para que veamos como existen los milagros y las segundas (e infinitas) oportunidades.
Está para que exhalemos de alegría, para que hagamos algo con lo que no hicimos y para que remendemos las heridas inevitables.
El pasado está ahí, no para ser juez, ni para arrinconarnos.
No está para detenernos, ni para que nos conformemos con lo que ya vivimos.
Está para aprender, para cambiar, para saber qué camino no debemos volver a tomar.
Para que seamos más valientes, para que amemos más, para que a diario demos las gracias porque hasta aquí hemos hecho un largo recorrido, sin rendirnos.
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