Un día seremos polvo y no quedará nada.
El viento nos llevará consigo como si jamás hubiésemos existido.
Las canciones nos olvidarán como si nunca nos hubiesen hecho sangrar el corazón y como si nunca nos hubiesen curado el alma cuando, perdidos y agotados, buscábamos una razón. La razón de ser. La nuestra.
Las fotografías nos olvidarán: los colores, el contraste, los lugares, el tiempo.
Las sonrisas se marchitarán y se irán con nosotros a aquel lugar. Y no sé dónde queda exactamente, no sé si dentro del sol o en alguna otra galaxia a la que el hombre aún no ha llegado.
Y seremos, quizás, cometas, estrellas o planetas.
El amor, ese chaleco antibalas que usamos a diario para que nadie nos haga daño, no servirá de nada porque tendrá tantos agujeros como errores. Y las balas pasarán sin ningún impedimento.
Las miradas que nos quemaron arderán en alguna mente perdida que intenta recordar cuándo fue el día o la noche donde la piel cogió aquella forma de llaga.
Y levitaremos.
Cruzaremos la atmósfera, la geósfera y la hidrósfera en busca de nuestro eterno descanso.
Y el sol verá cómo nuestras partes se desintegran al compás del latir de una estrella fugaz.
Seremos fugaces.
¿Cuán fugaz es la vida? ¿Acaso no debería considerarse también una estrella más? (B. Griss)
El viento nos llevará consigo como si jamás hubiésemos existido.
Las canciones nos olvidarán como si nunca nos hubiesen hecho sangrar el corazón y como si nunca nos hubiesen curado el alma cuando, perdidos y agotados, buscábamos una razón. La razón de ser. La nuestra.
Las fotografías nos olvidarán: los colores, el contraste, los lugares, el tiempo.
Las sonrisas se marchitarán y se irán con nosotros a aquel lugar. Y no sé dónde queda exactamente, no sé si dentro del sol o en alguna otra galaxia a la que el hombre aún no ha llegado.
Y seremos, quizás, cometas, estrellas o planetas.
El amor, ese chaleco antibalas que usamos a diario para que nadie nos haga daño, no servirá de nada porque tendrá tantos agujeros como errores. Y las balas pasarán sin ningún impedimento.
Las miradas que nos quemaron arderán en alguna mente perdida que intenta recordar cuándo fue el día o la noche donde la piel cogió aquella forma de llaga.
Y levitaremos.
Cruzaremos la atmósfera, la geósfera y la hidrósfera en busca de nuestro eterno descanso.
Y el sol verá cómo nuestras partes se desintegran al compás del latir de una estrella fugaz.
Seremos fugaces.
¿Cuán fugaz es la vida? ¿Acaso no debería considerarse también una estrella más? (B. Griss)
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