Llegado
a este punto en mi vida, la verdad es que cada día intento dar un paso
hacia el frente para arriesgar por una vida diferente a la que tengo,
intentando llenarla de ilusiones y sueños, quizá no tan ambiciosos, pero
si realistas y fáciles de conseguir.
Una
vida en la que no existan los imposibles, y menos aún los: “¡No
puedo!”. Rechazar la vanidad de las cosas, lo no perecedero y sobre todo
la mentira.
Quizá
ya sin tantos cuentos de hadas, sin tantos deseos al soplar una vela,
pero sin perder, eso sí, la esperanza de que las cosas puedan llegar a
buen puerto. Porque está claro que no existen ni los príncipes ni las
princesas, que soplando una vela lo más que consigues es un hilo de
humo, pero no seamos tan pesimistas….. porque ni todo son ranas ni por
apagarse la llama se pierde la ilusión.
Cada
día me canso más de los conformismos. Y quiero apostar por algo
novedoso, con lo que escapar de una realidad a veces destructiva.
No sé si mi apuesta dará resultados pero sigo en el camino…
Y
seguro que si es un buen camino me mostrará que es mejor alcanzar lo
que sueño que simplemente desearlo, que se puede creer que un corazón
puede romperse y recomponerse tantas veces como uno quiera, que es mejor
tener la valentía para luchar por las cosas y por la personas que
quieres, en vez de quedarme de brazos cruzados.
Porque mi “hogar” predilecto es y seguirá siendo una sonrisa y un abrazo…
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