Un persona que sea una especie de luz cegadora que, tras
pasar, te deja desorientada, perdida, pero de forma inconsciente sabes
que no estás en el mismo camino que hace tan solo unos instantes. No
importa. Es un periplo distinto al anterior, incluso puede que sea más
pedregoso, pero lo miras con unos ojos que ya no son los tuyos y esto te
hace imparable. Esta tempestad puede que dure horas, meses, años o un
simple minuto. Lo que sí es seguro, es que tras esta ya no volverás a ser la misma. Habrás
comenzado a vivir.
Tu corazón empezará a palpitar, tu iris cambiará de color y cada milímetro de tu
piel sentirá hasta la textura de los susurros. Todo comenzará a no tener
sentido, las cuestiones inundarán tu cabeza, los miedos se apoderarán
de ti, pero aun con todo, experimentarás la sensación más maravillosa
que este mundo puede ofrecernos.
Y con esto, no quiero decir que este
alguien sea tu “media naranja”, ni tu mejor amigo, ni una relación que
vaya a durar para siempre. Este alguien es la persona que te cambia la
vida. La persona que nos aporta otra perspectiva. Es quien nos hace querer salir a conquistar el mundo.