..... Y un día entiendes que vivir es eso. Frenar en medio de la ruta y quitarte las zapatillas de correr, con las que estamos intentando correr más que el propio tiempo incluso.
Y llega la hora de caminar descalza, sintiendo la tibieza de la arena, la suavidad de la hierba.. y hasta el calor del alfalto.
Abrirte toda y empezar a sentir la adrenalina, dejar que su combustible te recorra desde la cabeza a los pies. Esquivar o al menos intentar engaña a las imposiciones. Usar la esencia de los buenos momentos y de los instantes mágicos a mi antojo.
Y llega la hora de subir el volumen de la música y bajar el de los problemas. Bailar como si fuera una religión y confiar en la buen gente sin necesidad de plegarias. Sudar en satisfacción y ganar en orgullo.
Y llega la hora de estirar las ganas de descubrir, de descubrirte. Reírte de tu propia torpeza. Y volver a tropezar cuando deje de hacerte gracia. Y llorar tanto o mas, pero sin motivo. Dejar salir las lágrimas sencillamente ante la belleza del sentir.
Y llega la hora de entender que ya es demasiado tarde para vivir de las reliquias de tu memoria y demasiado temprano para dejar de crear nuevos quizás.
Saber hacia donde quieres ir, pero abandonarte a la improvisación. Sincronizar y dejar de transmitir en diferido.. porque hay que vivir en directo... es obligatorio estar en el momento y dejar de girar la cabeza buscando las excusas en el pasado y las dudas en el futuro.
Y así de repente un día entiendes que no hay quien entienda lo que es vivir. O cómo quiere vivir el resto de la gente. Pero sabes con certeza cómo quieres hacerlo tú.
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