
La pena, la culpa, la decepción… Todo lo negativo lo atamos a nuestra espalda. Nos hace avanzar más despacio. Hace que parezca que no vamos a llegar nunca a ese lugar que ni siquiera sabes dónde está.
Y lo peor es pararse y sentarse encima de ellos. No hay descanso posible sobre ruinas llenas de cantos que se clavan.
Así que arrastremos, para fortalecer el alma, hasta recuperar la ilusión que todo lo puede.
¿No la veis? Seguid buscando.
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