domingo, 27 de abril de 2014

corriendo

Hay días en los que me levanto con la sensación de haber hecho las cosas demasiado rápido. Desde primera hora de la mañana corriendo... desayuno en escasos 5 minutos  y en minutos contados: ducha, vestirte, maquillarte, recoger habitación....y sigues corriendo hacia el metro y así continúas hasta dejarte caer de nuevo en la cama.

El problema es que al final de día se queda una con la sensación de no saber si en realidad has hecho lo que debías hacer, o una vez más la prisa se ha impuesto al recuerdo.

Me fascina y asusta a partes iguales la inmediatez con la que vivimos. Ojalá fueramos conscientes del AHORA. Pero es que ni siquiera es eso. Es el YA. Y, a veces, hasta el ya es pasado. Lejos de disfrutar o sufrir el minuto que acabamos de despedir, o incluso el que está andando todavía, ya estamos pendientes del que está por venir.

Y terminamos indigestando las emociones. Y a la mente le da un ataque de flato. Y aún así seguimos engullendo sin masticar lo suficiente, aún a riesgo saborear cada vez menos los momentos. Es lo mismo que escribir rápido y mal. Con mala letra e ignorando las pausas.

El problema es que creo que la mayoría de las veces no nos damos ni cuenta. La misma sensacion de cuando dejas de ver una camiseta porque ha quedado condenada en el fondo de un cajón y ni siquiera la echas de menos porque tienes una muy parecida. Tenemos demasiado y todo muy similar, así que la cantidad nos sirve más bien para muy poco.
Ojalá lográsemos estirar el tiempo. Pero no. Vivimos con la inmediatez pisándonos los talones. Porque si te descuidas apenas unos minutos, casi todo habrá pasado de página.

Y a mí esto ya me cansa. Ni siquiera nos paramos un instante a descansar. Hemos decidido (o mejor dicho han decidido por nosotros) que la vida sea un "preparados, listos, ya" en vez de una carrera de fondo. Me preocupa proque llegará un momento en que no entendamos lo que es la paciencia, mucho menos madurar las ilusiones, fermentar los sueños con la levadura de la esperanza.

Y lo malo es que a los que vienen detras de nosotros los estamos mal acostumbrando. Porque lo quieren todo y el problema es que lo quieren ya. Y cuando digo ya, me refiero a que no ha terminado el ya y ya quieren otra cosa. Hemos conseguido que no tengan capacidad de concentración alguna, que su realidad se apretuje en los 10 minutos de una partida con una consola. Que haya muy pocas cosas que les ilusione, porque han descubierto mucho antes de lo que les correspondía que todo pasa.

Estamos demasiado rodeados de los  "venga, venga, que es tarde" o "esto lo quiero para ayer". E igual es que hemos ganado megapixels de resolución, pero el precio a pagar ha sido olvidar el pellizco de emoción que sentíamos cuando había que esperar a recoger el carrete en la tienda de revelado.

Es difícil disfrutar la espera cuando tenemos a nuestro alcance mucha más cosas de las que somos capaces de asimilar. Es como una mesa abarrotada de comida... hay tanta comida, y aparentemente tan golosa, que comemos con la vista en vez de con la barriga. Y nos empachamos. Y nos atragantamos. Y ya no sabemos distinguir un miedo de la angustia. Ya no sonreimos hasta que duela la cara, ya no cerramos los ojos cuando escuchamos una canción que nos encanta... si estamos un tiempo sin hacer absolutamente nada pensamos que es tiempo perdido y quizá no sea así....tengo la sensación de que ya casi todo es ansiedad... ansiedad a secas y en mayúsculas. Y es una auténtica pena.. De tanto correr rápido y sin apenas mirar, cualquier día de estos nos vamos a dar un batacazo que nos dejará completamente noqueados.

jueves, 17 de abril de 2014

¿que cuantos años tengo?

¿Que cuántos años tengo?
¡Qué importa eso!
Tengo la edad que quiero y siento!
La edad en que puedo: Gritar sin miedo lo que pienso…
Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso, o lo desconocido…
Pues tengo la experiencia de los años vividos
y la fuerza de la convicción de mis deseos.
¡Qué importa cuántos años tengo!
¡No quiero pensar en ello!
Pues unos dicen que ya soy viejo, y otras “que estoy en el apogeo”.
Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice,
sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte.
Tengo los años necesarios
para gritar lo que pienso,
para hacer lo que quiero,
para reconocer yerros viejos, rectificar caminos y atesorar éxitos.
Tengo los años en que el amor,
a veces es una loca llamarada,
ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada ..
y otras… es un remanso de paz, como el atardecer en la playa .
¿Qué cuántos años tengo?
No necesito marcarlos con un número, pues mis anhelos alcanzados,mis triunfos obtenidos, las lágrimas que por el camino derramé al ver mis ilusiones truncadas …
Valen mas que eso…
¿Qué cuántos años tengo?
¡Eso a quién le importa!
Tengo los años necesarios para perder el miedo y hacer lo que quiero y siento!!.
Qué importa cuántos años,¿cuántos tengo, o cuántos espero… ?
Si con los años que tengo…
¡Aprendí a querer lo necesario y a tomar sólo lo bueno!

José Saramago

domingo, 6 de abril de 2014

querido tiempo...

Querido tiempo:

Cuantas veces te he escuchado decir que teníamos que hablar, que tú te encargas de poner cada cosa en su sitio. Que todo es cuestión tuya... cuestión de tiempo.

Que si todo lo curas.  Que tus agujas, aún sin tener punta, son las que mejor cosen las heridas. Que eres relativo. Que lo que hay que hacer es emplearte, no matarte. Que arrieritos somos y en el camino me lo encontraré..... Que tú sabes volar y que puedes enseñarme...que incluso sabes escaparte sin me despisto un poco. Que siempre te regale como algo valioso, porque jamás te dejas recuperar. 

Pero, querido tiempo, es que no habíamos contado con un pequeño detalle. 

Y es que el mundo está mal repartido desde hace mucho tiempo (valga la redundancia), desde el primer momento de todo, primer día del año, primer día del mes, primera hora del día...... Y mira que no quisiera ser yo la que te impaciente ni la que cuestiones tus tiempos, tus repuestas....
Pero es que se van agotando las vidas para seguir jugando en el tablero de las ilusiones. Y he aprendido que pedirlas prestadas no te hace avanzar más rápido de pantalla en el juego Que sigo atascada en el nivel de principiante, en el nivel básico.

Porque a veces una se cansa de esperar y prefiere que la esperen. Que me gustaría meter las manos en los bolsillos y no sacarlas. Ni extenderlas. Que tanto he tirado de otros carros que el mío me lo han robado por no aparcarlo en el sueño correcto.

Querido tiempo. Tú que tienes alas, que guardas todos los archivos del pasado, que te dejan fisgonear por la mirilla de la vida futura, que organizas los horarios del presente, ¡qué trabajo te cuesta prestarme tu goma de borrar! que hay cosas que me gustaría quitar del papel de mi vida o por lo menos difuminarlas. Y si no, acuerdate y llévate el marcapáginas del libro de mi biografía y así puedo pasar página.

Hagamos una cosa. Tú me pones el reloj en hora. A ver si así no llego tarde a la vida de la gente. O mejor.  Me dices cuál es mi sitio y yo me pongo. Pero que no me pongan, querido tiempo. Y recuerda que yo sólo quiero reirte, disfrutarte, saborearte, estirarte cuando te portas bien.... pero tú te empeñas en tirarme pedruscos. Y así ni siquiera hay forma de tropezarse. Simplente a un mal paso te caes de bruces.

Así que si quieres seguir teníendome como amiga, ayúdame a tomar las cosas con calma, frena tu ritmo cuando asi deba ser y permíteme sentir que los minutos valiosos desde el primer segundo al último, y cuando quiera que las horas vuelen, acelera por favor tu marcha y aléjame de los momentos turbios.

Yo prometo que te cuidaré en mi persona, que a pesar de días, meses y años que llevemos compartidos, intentaré aparentar desde el punto más profundo de alma, corazón y cabeza que has pasado sencillamente rozándome, sin desgastarte y sin desgastarme.

Y que así sea......