domingo, 4 de junio de 2017

volvamos a repirar...

 
Le damos mil vueltas a las mismas cosas para poder verlas de diferentes puntos de vista, imaginando quizá que lo que falla es el ángulo de visión. Porque a lo largo de nuestro camino, lo que permanece es la necesidad constante de cuestionarnos todo. Nos encanta la posesión de la respuesta, aunque haya veces que no nos guste el precio que haya que pagar por ello.

Los atrevidos, se arriesgan y conocen. No intentan controlar nada, sino alterar el orden. Siguen con el juego y mueven ficha para que el dado siga girando.

Los reservados, los que caminamos con la mochila todavía aún sin vaciar, guardamos notas del pasado. Somos vulnerables ante casi cualquier emoción, tenemos heridas que siguen doliendo al soplarlas. Desconfíamos de lo que les gusta y nos puede llegar a enamorar. Porque imaginar que lo nuevo pueda llegar a convertirse en pasado, duele al respirar.

Las ilusiones se crean solas o con ayuda, engrandecen el alma y te hacen sentir superior. Los nudos se aflojan con el paso del tiempo, aunque las marcas sigan ahí. Las heridas cicatrizan, son las señales eternas de la experiencia. 

Duele reconstruir una ilusión, volver a creer, pero si nos olvidamos de respirar, nos ahogamos. Por ello, cojamos aliento y volvamos a respirar.