martes, 8 de marzo de 2016

Mujeres

Nunca exigimos igualdad, demostramos con hechos que nada nos diferenciaba ni nos diferencia de ellos. Éramos y somos capaces de abarcarlo todo, sin quejas ni lloros, demostrando que las debilidades son sólo producto de la mente. No somos más que nadie, no somos menos que cualquiera, somos simplemente uno de los seres más fuertes del planeta. Con los mismos derechos, las mismas obligaciones y luchando siempre por las mismas oportunidades. Madres y/o trabajadoras, sin barreras ni límites. Feliz día internacional de la mujer a todas, las que hicieron, hacemos y harán historia.

*fuente: La pequeña testaruda*



sábado, 5 de marzo de 2016

las puertas por las que el dolor desaparece...

Quizá la mayor facultad que posee nuestra mente sea la capacidad de sobrellevar el dolor. El pensamiento clásico nos enseña las cuatro puertas de la mente, por las que cada uno pasa según sus necesidades.

La primera es la puerta del sueño. El sueño nos ofrece un refugio del mundo y de todo su dolor. El sueño marca el paso del tiempo y nos proporciona distancia de las cosas que nos han hecho daño. Cuando una persona resulta herida, suele perder el conocimiento. Y cuando alguien recibe una noticia traumática, suele desvanecerse o desmayarse. Así es como la mente se protege del dolor: pasando por la primera puerta.

 
La segunda es la puerta del olvido. Algunas heridas son demasiado profundas para curarse, o para curarse deprisa. Además, muchos recuerdos son dolorosos, y no hay curación posible. El dicho de que «el tiempo todo lo cura» es falso. El tiempo cura la mayoría de las heridas. El resto están escondidas detrás de esa puerta.

La tercera es la puerta de la locura. A veces, la mente recibe un golpe tan brutal que se esconde en la demencia. Puede parecer que eso no sea beneficioso, pero lo es. A veces, la realidad es solo dolor, y para huir de ese dolor, la mente tiene que abandonar la realidad.

La última puerta es la de la muerte. El último recurso. Después de morir, nada puede hacernos daño, o eso nos han enseñado.

-El nombre del viento, Patrick Rothfuss-

miércoles, 2 de marzo de 2016

Nada dura eternamente

Sabemos que nada dura eternamente, que lo que hoy es presente, mañana puede ser pasado. Qué no hay un guión escrito sobre nuestra vida con final predecible. Qué la vida no es más que eso, cambios constantes, subidas y bajadas que se producen sin avisar y que nos hacen perder el equilibrio de vez en cuando. Por ese motivo hay que cuidar y mimar a quien nunca falla, a quién siempre está, lo necesitemos o no en ese momento.


Charcos...

Cuando era niña solía buscar mundos en los charcos. Me acercaba poco a poco al borde y miraba lo que había en su interior. Ese fascinante reflejo. Me quedaba observando como la realidad que yo veía ante mí se duplicaba como por arte de magia. Entonces cerraba los ojos y saltaba sobre el agua, soñando que en lugar de sentir la fría tierra contra mis talones , un día conseguiría entrar en ese universo que parecía abrirse ante mis pequeños pies. ¿Os cuento un secreto?. Hoy lo he vuelto a hacer. Ante la mirada atónita de un solitario paseante. Me he mojado las medias, el vestido, y el abrigo. Me ha dado igual. Este charco-bosque lo merecía. Y la sensación de sentirme niña de nuevo, aún más.
(Belén de Benito)