Lo queramos o no sólo tenemos tres alternativas: El ayer, el hoy y el mañana.
Y ni siquiera tres, porque como dicen los filósofos, el ayer es ayer y nos pertenece sólo en el recuerdo. Es como cuando deshojas por completo una flor, no se le puede sacar ningún otro pétalo, todos cayeron y ya no están.
Entonces, siguiendo con esta peculiar conjetura, en realidad sólo nos quedarñan dos cartas por jugar en la baraja, el presente y el día de mañana.
Pero si lo piensas en realidad ni siquiera eso, ni siquiera esas dos cartas. Porque es un hecho que el presente no existe porque de forma casi instantánea se convierte en pasado, segundo tras segundo. Y pasa a serlo sin poder pisar el freno, con el acelerador a tope. Y así le ocurre a esta vida, los años pasan y vamos dejando la juventud un poquito rezagada, frenada y alejándose.
Así que en resumidas cuentas, sólo nos queda el mañana, el futuro inmediato que en un abrir y cerrar de ojos se convierte en pasado, y el futuro algo más lejano, por el que aún se puede hacer algo.
Y aunque no sepamos que nos puede deparar, no hay que tenerle miedo, sólo hay que pensar que lo único que nos separa de él es un trozo de nuestra vida, aunque suponga ir añadiendo años al dato del carné de identidad.
Y no hay que tenerle miedo porque ir sumando dígitos a nuestra edad tambien tiene un lado positivo.
Pierdes algunas cosas por el camino, pero ganas otras muchas.
Te asaltan sentimientos extraños que enseguida se hacen tus amigos y comparten contigo veladas llenas de ternura. Aprendes a ver el mundo de otra manera. Tus emociones adquieren formas jamás imaginadas. Vas aprendiendo que sólo necesitas un instante para aprender a saborear cada momento que te regala la vida.
Te centras en lo que verdaderamente importa y te importa y no te andas con rodeos a la hora de sentir.
No buscas atajos para llegar cuanto antes a tu destino. Paseas sin prisa, apoderándote del paisaje y regalándote gestos entrañables.
No buscas aprobaciones innecesarias. Aprendes a no engañarte cada mañana al levantarte. No te cuesta encogerte de hombros al reconocer que no sabes algo, ni extender tu mano para ayudar al que ves que pierde el equilibrio.
Afinas en esa búsqueda de la chispa que encienda nuevas ilusiones y te haga encontrarte a ti misma sin perder un ápice de tu esencia.
Aprendes a erizar tu piel con el simple roce de una mirada perdida.
Aprendes a vivir y a que te vivan…Así que brindemos por ese día del mañana, ese día que no llega nunca pero que realmente es el dia del que realmente disponemos.
Y ni siquiera tres, porque como dicen los filósofos, el ayer es ayer y nos pertenece sólo en el recuerdo. Es como cuando deshojas por completo una flor, no se le puede sacar ningún otro pétalo, todos cayeron y ya no están.
Entonces, siguiendo con esta peculiar conjetura, en realidad sólo nos quedarñan dos cartas por jugar en la baraja, el presente y el día de mañana.
Pero si lo piensas en realidad ni siquiera eso, ni siquiera esas dos cartas. Porque es un hecho que el presente no existe porque de forma casi instantánea se convierte en pasado, segundo tras segundo. Y pasa a serlo sin poder pisar el freno, con el acelerador a tope. Y así le ocurre a esta vida, los años pasan y vamos dejando la juventud un poquito rezagada, frenada y alejándose.
Así que en resumidas cuentas, sólo nos queda el mañana, el futuro inmediato que en un abrir y cerrar de ojos se convierte en pasado, y el futuro algo más lejano, por el que aún se puede hacer algo.
Y aunque no sepamos que nos puede deparar, no hay que tenerle miedo, sólo hay que pensar que lo único que nos separa de él es un trozo de nuestra vida, aunque suponga ir añadiendo años al dato del carné de identidad.
Y no hay que tenerle miedo porque ir sumando dígitos a nuestra edad tambien tiene un lado positivo.
Pierdes algunas cosas por el camino, pero ganas otras muchas.
Te asaltan sentimientos extraños que enseguida se hacen tus amigos y comparten contigo veladas llenas de ternura. Aprendes a ver el mundo de otra manera. Tus emociones adquieren formas jamás imaginadas. Vas aprendiendo que sólo necesitas un instante para aprender a saborear cada momento que te regala la vida.
Te centras en lo que verdaderamente importa y te importa y no te andas con rodeos a la hora de sentir.
No buscas atajos para llegar cuanto antes a tu destino. Paseas sin prisa, apoderándote del paisaje y regalándote gestos entrañables.
No buscas aprobaciones innecesarias. Aprendes a no engañarte cada mañana al levantarte. No te cuesta encogerte de hombros al reconocer que no sabes algo, ni extender tu mano para ayudar al que ves que pierde el equilibrio.
Afinas en esa búsqueda de la chispa que encienda nuevas ilusiones y te haga encontrarte a ti misma sin perder un ápice de tu esencia.
Aprendes a erizar tu piel con el simple roce de una mirada perdida.
Aprendes a vivir y a que te vivan…Así que brindemos por ese día del mañana, ese día que no llega nunca pero que realmente es el dia del que realmente disponemos.